Correr en la Sagra era algo especial para mí. Primero porque le tengo vista la cara más de un millón de veces al ser la montaña más alta (2348m) que me enseña el flequillo cuando me subo a correr por El Castillo (1145m) o el Picarzo (1296m) aunque estemos a casi 100km de distancia. Aparece y desaparece según la bruma y, en los días limpios, parece que se hace más esbelta y me dice "A qué esperas, ladrón". Segundo porque la ISF la incluyó en las Trials Series Skyrunning y muchos de los grandes están inscritos. Y tercero porque con 27 kms y casi 2200m de desnivel positivo acumulado era dar un paso más, crecer y experimentar 5kms de nuevas sensaciones.
Así que decidí seguir entrenando todo este verano y parar sólo los días justos y necesarios. Manteniéndome fiel a lo planificado aunque para ello tuviera que mezclar tiradas largas con verbenas y cansancio con resaca (En la mezcla está el demonio, Fali). Al final, ahora que ya entiendo lo que cantan de las chicharras y que me he dado cuenta de que con 37º se corre infinitamente mejor que con 40º (donde va a parar!) resulta que por una serie de calamitosas coincidencias me es imposible estar en la Puebla el día 11 de Septiembre.
Y no me ha quedado otra que inventarme un plan B que no tenía y que gracias a la web de los corredores de Montana no he tardado en encontrar: El mítico cross de los Tres Refugios. Con nuevo recorrido circular, 30 kms y 2000m D+, las cuestas y terrenos que ya conozco en gran parte hacen el resto. Hay ganas de pelea en Guadarrama...
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