lunes, 14 de junio de 2010

Estas cosas van así...

Cada célula debe creer a fondo en la situación. Si crees que puedes sobrevivir a una caída, te caerás. Si piensas que vas a ir al cielo o que te convertirás en una luz brillante que ilumine a tus amigos desde el universo paralelo, no lucharas con fuerza suficiente como para salir del marrón. Si crees que morir es cosa del destino, estas cediendo los mandos de tu vida y de tu muerte. Pones a alguien o a algo al volante. Pero si estas convencido de que una vez mueras todo se ha acabado, pelearas hasta la ultima caloría para aferrarte a lo que tienes ahora. Haras l o que haga falta para permanecer vivo. Vivo en el presente.

Mark Twight, Kiss or Kill


Cuando debería estar lanzándome a muerte hacia Cercedilla o negociando con el barro y la roca de los acantilados del Mar Cantábrico, mi vista no se permite ir más allá de unos folios garabateados hasta el absurdo que aportan más dudas que soluciones. El imperio a conquistar es vastísimo y ya eres presa de esa indeseable sensación. Esa indeseable sensación que te encuelve cuando eres consciente de que, aunque lleves estudiadas mil horas y dedique otras mil, aún sigues dependiendo de dónde tracen, a tu izquierda o a tu derecha, la línea que separa el aprobado del suspenso.

Pero hay que seguir. Ya mañana vendrá el sol. Y va a venir corriendo.

Está sonando: Los Simpsons



jueves, 3 de junio de 2010

16/05/2010 - CxM Memorial Fernando García Herreros, Bustarviejo (M)


"Como los Punkis Gitanos"


Con muuuucho retraso (lo típico de los examenes) me pongo a contar la penúltima vez que me puso el dorsal, hace ya más de un mes.

Se preveía un día meteo-complicado por culpa del mal tiempo reinante la semana anterior, con bajas temperaturas y suelo húmedo y resbaladizo. Sin embargo, la mañana se descubrió espectacular, limpia y perfecta para la práctica deportiva. Dieron la salida y no me enteré muy bien. Salida por las calles del pueblo y al kilómetro pico empezamos a subir por una senda estrecha que todavía se deja correr. No llego a alcanzar la cabeza cuando ya hay que tirarse a tumba abierta por un corta fuegos de una pendiente infernal; me caigo, reboto y sigo corriendo. Nunca me había pasado.

Escucho pasos tras de mí y el viento me alborota la coleta. Un animal baja a cincuenta por hora sin miedo a rocas ni a raices. Los árboles se abren a su paso y me deja hundido en la miseria. Y yo que creía que era buen bajador...

El cortafuegos visto en Google Earth.
Esas típicas cosas que siempre me impresionarán.



Al llegar abajo, dos minutos pero tres años después, cuesta hacerse a correr en llano. Veo varios corredores desperdigados delante mío pero no ubico en qué posición voy. Puede que el quinto, el décimo o el veintisiete. Todavía no me lo explico pero me caigo dos veces. Sin consecuencias, menos mal.

Segundo avituallamiento, van sólo seis kilómetros y llevamos un mónton de minutos. Nos agrupamos. Pienso que esto casi no ha empezado, tengo que hacer mi carrera y no gastar energías a lo tonto. Viene ahora un tramo de subida en el que se puede correr bien, me obligo a hacerlo pero no soy capaz. vamos vamos vamos...controla, no te asfixies...no parar no parar no parar.... ¡fallo! se me van los de delante... Creo que ahí es donde perdí las opciones de acabar tres o cuatro puestos más alante. La duda de siempre: ¿si hubiera forzado ahí lo habría pagado al final? Nunca lo sabremos. Así que sigo a mi bola y en unas zetas que suben entre pinos paso a dos corredores ¡Pero esto qué es! Me motivo y voy para arriba con todo, como los punkis gitanos, tirando lo mismo de piernas que de manos...

Cuando llego a la cima del segundo pico los riñones me chillan de tal forma que parece que van a reventar. El aire fresquito de la altura (1500m) me da dos hostias para que eche a correr. En el perfil parece que el tramo entre este pico y el Mondalindo es llano pero de eso nada, son dos o tres toboganes en los que debido al cansancio me cuesta correr. Sólo veo la campa inmensamente verde y al final el cielo. Hacia allí que vamos.


Llegando al Mondalindo


Controlo en las bajadas porque pienso que si me caigo otra vez ig
ual ni me levanto. En una piedra grande tomo referencias con los dos de delante: 45 y 30 seg...me parece mucho pero cuento con la última bajada. Al salir del último avituallamiento unos montañeros me dicen vayaanimal-comobajas-vas el 6º. Imposible. No me salen las cuentas pero tampoco es momento para hacer algo que no sea mirar al suelo y cartografiar cada piedra del terreno. Noto que las piernas van más rápido que la vista y la adrenalina hace de las suyas para achantar al miedo. Paso al de delante y me esfuerzo por meterle metros ¡esta bajada no se acaba nunca, copón! La adrenalina se deja convencer por el cansancio, me cuesta mucho levantar los pies y parece que me los voy a enganchar en cada piedra. Mil zancadas más y la iglesia está igual de lejos...vamos, vamos, vamos...ya tengo al de atrás pegado a mi chepa.



Queda kilómetroymedio


Abajo hay unos voluntarios que nos gritan: queda kilómetro y medio. Venga, no es nada...En una bajadita el detrás coge impulso y me pasa. Ahora me da vergüenza reconocerlo pero en ese momento me dio absolutamente igual. Sólo quería llegar y quitarme las zapatillas. Incluso me autoconvencí de que era veterano y para los puestos me daba lo mismo... kilometroymedio y una mierda, donde hostias esta el pueblo...ah, sí, mira, ya llegamos ¡La gañanada del día, señores!


Finalmente soy octavo y no, el de atrás no era veterano. Soy el sexto senior, según la clasificación